domingo, 31 de octubre de 2021

                      Iglesia de San Felipe

 
La iglesia de la Santa Cruz y San Felipe Neri, de Málaga capital, se encuentra circundada por las calles Gaona, Guerrero, Parras, Cabello y la Plazuela Santísimo Cristo de la Sangre.


Fundación de la Iglesia

El origen de esta iglesia se halla en las actuaciones del segundo Conde de Buenavista, Antonio Tomás Guerrero Coronado y Zapata, que tras enviudar, por segunda vez, decidió ordenarse sacerdote. 


Solía asistir a las meditaciones organizadas por la Escuela de Cristo, que por aquellas fechas carecía de sede fija.




En 1719 adquirió unas casas para su retiro en la calle Gaona, y contigua a éstas, en la entonces plaza de Canteros, decidió construir una capilla que sirviese de sede a esta institución.


La dedicó a San Felipe, porque las meditaciones propugnadas por la Escuela de Cristo se hallaban en la misma línea que las de la orden filipense, que había llegado a Málaga en el siglo XVIII.

Entre 1720 y 1730 se edificó la pequeña capilla de planta octogonal o circular, atribuida al arquitecto Felipe de Unzurrúnzaga, que en la actualidad es el presbiterio.


Mediante una carta el 11 de noviembre de 1738, el obispo de Málaga, Gaspar de Molina, solicita la cesión de la iglesia a los Padres Filipenses, hecho que se produce a inicios de julio de 1739 por parte del Conde de Buenavista.

  Capilla primitiva superior, hoy Presbiterio


La iglesia se componía de una capilla superior y otra subterránea o cripta, una sacristía, numerosas ornamentaciones, esculturas, pinturas, una vivienda situada junto a la iglesia, y varias casas situadas en calles aledañas para el sostenimiento de la Congregación.

              Capilla subterránea

El uso de la capilla subterránea se cedió a la Escuela de Cristo, aunque esta fuera propiedad de los Filipenses, con bóveda anular rebajada en torno a un soporte central.

El 11 de julio de 1739, se llevó a cabo una procesión que desde la catedral se encaminó hasta la nueva iglesia con la efigie de San Felipe. Asistieron los dos cabildos, cofradías, parroquias y comunidades religiosas. 

 
Al día siguiente, 12 de julio, se ofició la primera misa en la nueva iglesia.

          Ampliaciones




Las dimensiones de la nueva capilla, bastante reducidas, unidas a los ejercicios espirituales que organizaba la congregación filipense y las actividades de las numerosas instituciones pías que tuvieron sede en esta iglesia, explican que pronto necesitase una ampliación.


El obispo de la diócesis malagueña, el agustino Fray Gaspar de Molina y Oviedo, determina la necesidad de esta ampliación, cuyos gastos correrían a cargo del Conde de Buenavista. 
Sin embargo, la muerte de ambos en 1744 y 1745, respectivamente, frustró el proyecto.

La idea siguió viva con la llegada del padre Cristóbal de Rojas y Sandoval a la Congregación de San Felipe.

Así pues, desde 1756, con el apoyo de los obispos de Málaga, Juan de Eulate y Santa Cruz y Manuel Ferrer y Figueredo, se llevaron a cabo distintas fases de construcción en donde se estableció la Casa de Estudios y la ampliación del templo, anexionándose a la capilla octogonal primitiva, que desde entonces funcionaría como presbiterio, una nave elíptica con atrio. 

             Obispo Juan de Eulate
Las trazas iniciales fueron encargadas al arquitecto lucentino José de Bada y Navajas, aunque las obras las dirigió Antonio Ramos Medina y las ejecutaron Joaquín Daniel y Antonio Cháez. 


                        Alzado delantero


Alzado trasero


                       Vista en planta

Algunas características arquitectónicas del nuevo templo presentan similitudes con otras obras del arquitecto Felipe de Unzurrúnzaga, que ya había trabajado para el conde de Buenavista en la cripta y camarín de la iglesia de la Victoria.


Las obras de la iglesia, en su fase final en 1778, serían dirigidas por José Martín de Aldehuela, que en 1790, empezaría a construir el tabernáculo realizado con un diseño neoclásico en mármoles polícromos y madera que los imita. 


En 1795, estuvieron terminados el tabernáculo y el altar mayor, celebrándose una solemne procesión para colocar el Santísimo. 


También en 1795, se hizo la sacristía, atribuida a Martín de Aldehuela. 



La fachada de la iglesia responde a un diseño clásico, con portada de dos cuerpos entre dos torres salientes. 


Fachada y puerta principal

                         


                          Puerta lateral


Son interesantes las pintura incisas que a modo de esgrafiados, decoran las paredes exteriores formando dibujos entrelazados en rojo.


Junto a la iglesia se encuentra el Convento de los Filipenses.


Desde 1846 fue sede del Instituto Provincial de Segunda Enseñanza.

 

Hoy de Enseñanza Secundaria, que ostenta el nombre de Vicente Espinel.




Su estructura se organiza en torno a un patio central.




Tiene arquerías en el piso bajo sobre columnas toscanas y sencillos balcones en los superiores. 


Están, presididos por medallones,  con figuras, que algunos se agrupan por parejas y decorados con hermosas pinturas polícromas,


que figuran como elementos arquitectónicos de corte muy rococó 

Este patio queda unido a otro, en un nivel inferior, que domina, en alto, la casa-palacio que el Conde de Buenavista, cediera a los filipenses



                Distintas vistas del Claustro













La construcción de la iglesia dio lugar a una remodelación urbana de la zona, pues si bien la primitiva capilla quedaba integrada en el caserío, la extensión de la nave congregacional, que fue autorizada por el cabildo Municipal en 1755, supuso la ocupación por ésta de la primitiva plazuela de los Canteros y la compra y demolición de las casas que lo rodeaban para dejar despejado el volumen del templo. Así el trazado actual de las calles aledañas al templo sigue la misma distribución barroca que se marcó en el siglo XVIII.

Desamortización, República y Guerra Civil

Con el asentamiento liberal de 1833, se produce la desamortización eclesiástica, mediante Real Decreto del 8 de marzo de 1836, que disponía de la supresión de todas las casas de religión, incluidas la de los Filipenses malagueños. El 1 de agosto de 1841, la iglesia se erigió en parroquia, quedando como filial de la Parroquia de los Santos Mártires.

Posteriormente, en tiempos de la Segunda República Española, el 12 de mayo de 1931, la iglesia fue saqueada por un grupo de descontrolados.

A la misma hora que era asaltado el convento de la Esperanza, un grupo de jóvenes que había participado en la destrucción de la iglesia de la Merced llegaron hasta el final de la calle Guerrero.

En los momentos previos a ello se produjo un hecho que, por desgracia, no fue habitual en el transcurso de los tristes sucesos. 

Se trata de la salvación de dos imágenes: la imagen de María Stma. de los Dolores, obra de Fernando Ortiz y titular de la Venerable Orden Tercera de Siervos de María; y la del Cristo de los Afligidos. 

La primera de ellas fue salvada in extremis por los siguientes hermanos: Francisco Cames, Leopoldo Werner y Ricardo Gross de Orueta. 

Se cree que la imagen, sacada por la puerta de la Sacristía que daba a la calle Cabello,  fue llevada en primer lugar a una casa de citas ubicada en la misma calle, para ser llevada en los días siguientes a una casa particular y a la catedral. 

El Cristo de los Afligidos, conocido como el “Señor de los Credos”, fue salvado por un devoto.

Los asaltantes entraron en el templo, a pesar de que un procurador de arbitrios trató de impedirlo. Sacaron las imágenes y los enseres a la calle Parras y a la plaza Montaño, donde se formaron dos grandes hogueras. 

El saqueo y el incendio duró hasta pasadas las tres de la tarde, momento en que llegó el ejército produciéndose dos detenciones. 

Una de las imágenes que fue destruida era la primera imagen titular de la Orden Tercera, obra de Pedro de Mena y que había sido donada por el fundador, el Conde de Buenavista.



Años más tarde, también sería saqueado el templo con motivo de la Guerra Civil, en 1936, perdiendo de esta manera el patrimonio cultural que atesoraba la parroquia. 

Solo pudieron salvarse la nueva imagen de Nuestra Señora de los Dolores de Servitas y el Cristo de los Afligidos.

Estudio artístico de la iglesia de San Felipe Neri

La iglesia es de planta octogonal con linterna sobre pechinas decoradas con hojarascas, que envuelven unos tondos con pinturas atribuidas a Tiziano, y cubierta con una bóveda semiesférica con nervios y molduración geométrica.

En uno de los lados se abre una pequeña capilla de planta casi cuadrada cubierta con bóveda de medio cañón que fue la primitiva capilla mayor, ocupada en la actualidad por la Orden Tercera de Siervos de María. 
 
Posee cripta o capilla subterránea con desarrollo cilíndrico y ocupa la misma extensión que la superficie.

El mayor interés de la iglesia de San Felipe Neri reside en la original combinación de dos espacios centralizados y en la riqueza de su sugerente volumetría interior. 


Ambos cuerpos pertenecen a momentos cronológicos y autorías distintas, tratando de unificar el conjunto mediante la decoración interior.

La composición interior parte de pilastras pareadas y cajeadas que sustentan un volado cornisamento que, protegido por una reja, queda convertido en una galería que recorre todo el perímetro interior del templo. 


Este esquema se repite en un segundo cuerpo que se superpone a modo de tambor y en el que se abren los amplios ventanales que iluminan el interior.

Sobre la cornisa superior, descansan las dos cúpulas, semiesférica la del actual presbiterio y oval la del cuerpo congregacional, decorada con baquetones en disposición mixtilínea la primera y con sencillos nervios que compartimentan en casquetes curvos alternados rítmicamente la segunda.


En el estrangulamiento que individualiza ambos espacios, un medio punto ejerce como arco toral, recortado en su clave por la curvatura de los dos espacios centralizados,
 

Un símbolo muy querido por los filipenses, el triángulo con el ojo de Dios sobre haz de rayos.


Situado en el centro de una filacteria, con la oración de Moisés recogida en el salmo 89: 
“DOMINE REFUGIUM FACTUS ES NOBIS A GENERATIONE IN GENERATIONEM” 
(Señor, tú has sido nuestro refugio, de generación en generación).

La bóveda elíptica que cubre este espacio congregacional, apoyada en luminosa linterna, está surcada por sencillas nervaduras que surgen de un espléndido medallón de rocalla.

Sobre el balcón del coro, un escudo de la orden filipense es el único resto de la caja de órgano que realizó José Martín de Aldehuela.


A través de una puerta, abierta en la decorada jamba derecha del arco toral, se llega a la sacristía, empezada a construir en 1796 y atribuida a Martín de Aldehuela. Es un espacio rectangular muy funcional.


A los pies de la iglesia se dispone un cuerpo rectangular en disposición transversal al eje del templo, en cuyos extremos se yerguen las dos sobrias torres que flanquean la fachada principal del templo, siguiendo una fórmula muy habitual en Ventura Rodríguez, aunque su ejecución pertenece ya a Martín de Aldehuela.



Entre ambas torres se sitúa la portada principal, realizada en piedra arenisca rojiza y que se resuelve mediante la superposición de dos cuerpos integrados por pilastras cajeadas, arco de medio punto, cornisa sobre ménsulas y frontón partido. 



La hornacina del cuerpo superior acoge la figura de San Felipe Neri, mientras que el escudo del conde de Buenavista remata el conjunto.

A ambos lados, sendos cestos con frutas, habituales en el repertorio de Aldehuela, se rematan con óculos ovales que iluminan el coro. Las dos portadas laterales, se muestran más avanzadas en cuanto a estilo.




     Restauración de la iglesia 

En el año 2000, las filtraciones y problemas de humedad, agravados durante los últimos años, dieron pie a una actuación conjunta de la Consejería de Cultura y el Obispado, que saneó las cubiertas, según proyecto de los Arquitectos Miguel Ángel Díaz Romero, José Ramón Cruz del Campo y José María Romero Martínez.

Asimismo, gracias a los fondos destinados por el Instituto Municipal de la Vivienda del Ayuntamiento de Málaga, con proyecto redactado por el arquitecto técnico, Pablo Pastor Vega, fue reparada la fachada, en la que aparecieron y se conservaron pinturas murales del siglo XVIII, devolviendo al edificio su antiguo esplendor e imagen original.

También se restauraron once tondos del apostolado, atribuidos a José de Ribera, por Francisco Fuentes Olmo y Francisco de Paula Ruano Garrido. 

Las obras finalizaron en el 2002.



En 2007, se realiza el proyecto de la rehabilitación del interior del templo, por encargo del Obispado de Málaga. La ejecución del proyecto, diseñado y dirigido por el arquitecto técnico del Obispado, Pablo Pastor Vega, fue llevado a cabo por la empresa Obras y Restauraciones Picasso ORP, contando con una inversión de 600.000 euros. 

Las obras comenzaron el 14 septiembre de 2010, fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, titular de la parroquia, contando con una duración de quince meses.

Dicha actuación consistió en la eliminación de las humedades del templo y la impermeabilización de la capilla subterránea, recuperándola para su uso al culto, sustitución de la solería de la nave y reparación de la solería original del presbiterio, reparación total de la instalación eléctrica, pintura general del edificio y finalmente la adecuación y reordenación de las capillas y retablo.

                  Capilla subterránea

          
  Estado, antes y después de la restauración



La capilla subterránea del Conde de Buenavista ha sido impermeabilizada para evitar las inundaciones y humedades que sufría y ha sido recuperada para el culto.




La piedra del altar ha sido donada por el Seminario Diocesano y en ella se ha instalado la talla restaurada de un crucificado del siglo XVII. 


En un espacio anteriormente en desuso junto a esta capilla subterránea se ha habilitado un columbario con 132 nichos para las cenizas de los difuntos e, igualmente, se han recuperado las pinturas murales originales con formas geométricas del acceso.

Otras de las reformas han consistido en la ampliación del cancel de madera de la puerta principal de la iglesia en 40 centímetros para facilitar que las maniobras de salida y entrada de los tronos se puedan hacer con mayor holgura.



Además de todas estas obras, se ha llevado a cabo un programa iconográfico de siete pinturas en las capillas del presbiterio, realizadas en gran formato por Raúl Berzosa, representando los siguientes temas:

La Santísima Trinidad, en un óleo detrás del altar mayor, El Éxtasis de San Felipe Neri y La aparición de la Virgen a San Felipe Neri, en dos óleos en la parte central. 
Los cuatro restantes que se centran en escenas de la Resurrección de Cristo: La cena de Emaús, La aparición de Cristo a María Magdalena o Noli me tangere, La duda de Santo Tomás y La aparición en Galilea.

Igualmente, este mismo artista ha realizado los tondos que se ubican en la nave central sobre los altares de las cofradías y de San Felipe Neri y que representan a los cuatro grandes profetas del Antiguo Testamento: Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel, obras de Raúl Berzosa.




El tabernáculo del altar mayor, realizado por el arquitecto José Martín de Aldehuela en 1790, también ha cambiado su imagen. 


La anterior imagen de la Fe que lo coronaba se destruyó en 1931, por lo que se ha realizado una nueva, siendo representada con los atributos habituales (cáliz, cruz y venda). 



Igualmente, se han realizado los dos arcángeles que se ubican en las columnas laterales del altar mayor, recreando el estilo escultórico de Fernando Ortiz.


Para culminar, se realizó también una nueva talla de un crucificado para el interior del baldaquino.


Estas obras son todas del taller de Raúl Trillo y Salvador Lamas, en madera y policromadas, al igual que la nueva escultura que también han realizado del titular del templo, San Felipe Neri, que luce el color burdeos original para la casulla y el bonete a sus pies en referencia a la Orden Filipense, además de portar las varas de azucenas y el misal.


De los trabajos de restauración se ha encargado Enrique Salvo Rabasco, contándose entre ellos la restauración del crucificado y la cruz original con remates en pan de plata de la capilla subterránea, el crucificado del siglo XVIII de la sacristía, 


la imagen del Cristo de los Afligidos, en terracota policromada del XVIII, un cuadro del XIX, copia del Pasmo de Sicilia, obra del pintor renacentista Rafael, y un San Juanito del siglo XVIII para el recuperado Baptisterio, abierto bajo una de las torres.


Los altares que albergan las imágenes de las cofradías de La Sangre, Santa Cruz y Salutación, han sido reformados y unificados en su diseño según fotografías que se conservan en el archivo Temboury, dotándolos con unas hornacinas de arco de medio punto y fondo de mármol rojo, realizándose, además, las heráldicas de las mismas, obras de Raúl Trillo y Salvador Lamas.

Algo más de una década ha tenido que pasar para ver este templo de la Santa Cruz y San Felipe Neri recuperado, recobrando su esplendor dieciochesco de antaño y siendo posiblemente el templo barroco por excelencia de Málaga y uno de los más bellos que tiene la capital malagueña.

En esta larga tarea hay que destacar el empeño puesto por los párrocos, D. Manuel Moyano Sanz (q.e.p.d) y D. Gabriel Pérez Sánchez, el secretario parroquial, José Manuel García Jabato, la Comisión Pro-Restauración de San Felipe, creada el 16 de marzo de 1998 con Ricardo Berrocal Delgado como presidente, y los obispos Antonio Dorado Soto y Jesús Esteban Catalá Ibáñez, siendo este último el que bendijo la reapertura del templo en una solemne función religiosa celebrada el 27 de noviembre de 2011.

          Hermandades


Actualmente, la parroquia de la Santa Cruz y San Felipe Neri alberga, desde abril de 1941 a la Archicofradía de la Sangre, como consecuencia del incendio de 1931 de su anterior sede, la iglesia de la Merced, ocupando actualmente el primer altar del lado del Evangelio, próximo al Presbiterio.


Igualmente, alberga a otras tres corporaciones nazarenas de gran prestigio: la Orden Tercera de Siervos de María (Servitas), desde mayo de 1740;  
                 
la Hermandad de la Santa Cruz que se fundó en 1984, en dicha parroquia, aunque no procesionó hasta 1993;


y por último, la Hermandad de Salutación que se estableció en 1984, siendo la más reciente de la parroquia.



Sin embargo, la iglesia ha sido sede de otras Hermandades:

La Cofradía del Santísimo Cristo de los Milagros y María Santísima de la Amargura que estuvo en este templo durante los años 1939 a 1945, debido a las obras de reconstrucción de la Ermita de Zamarrilla, como consecuencia de la Guerra Civil.

La Cofradía de Pollinica desde 1945 hasta 1981, cuando se trasladaron a la iglesia de San Agustín.

Y finalmente, la Hermandad del Descendimiento de 1977 a 1984, año en que se trasladó a la Capilla del Hospital Noble.


                         Que sean uno