sábado, 20 de noviembre de 2010

CALLES Y PLAZAS DE MALAGA III

CALLEJEANDO DESDE LA PLAZA DEL SIGLO AL TEATRO CERVANTES

Hoy continuamos nuestro paseo desde donde lo dejamos: La Plaza del Siglo.

Además de las calles Molina Larios y Duque de la Victoria, anteriormente citadas, arranca de la plaza una tercera vía en la que reencontramos la calle de Granada, en cuya acera izquierda se ha conservado la arquitectura decimonónica que surgió sobre el solar del convento de San Bernardo, demolido en 1868 junto al de Santa Clara.
Este convento fue fundado en 1543 y tuvo su primera sede en la llamada hoy calle de San Bernardo el Viejo, cerca de la plazuela de los Moros, trasladándose a este lugar en 1604.


El convento, de nueva construcción, era amplio, pues sobre su solar surgió la calle de Denis Belgrano, la de Méndez Núñez y la de Niño de Guevara.


Los edificios que se levantaron en estos solares, que también planificaron Salinas y Cuervo, responden a las características de arquitectura decimonónica, con unificación en altura, predominando los tres pisos, áticos de ventanas antepechadas en algunos, y enriquecimiento de sus fachadas con los típicos cierros, dispuestos generalmente en los chaflanes, en los que se introduce la variedad mediante la decoración.
 

 Jerónimo Cuervo construyó en 1871, la casa nº 33 de la calle de Granada, con bello diseño



y cuidado zaguán que conserva decoración pintada en la zona de zaguán y escaleras; es el único edificio con dos plantas de los que surgieron en estos solares.
 

También a él se debe la nº 6 de la calle de Denis Belgrano, de gran sencillez, construida en l8l2.
 

La nº 1 de la calle de Méndez Núñez, construida en 187l, es una de las más bellas del conjunto,


con hermosos cierros de madera en el chaflán, ático de ventana rematadas con frontoncillos y un profundo zaguán, muy transformado, del que arranca una escalera de trazado curvo, iluminada en los descansos por amplias cristaleras que toman la luz de un patio cubierto con claraboya de vidrios de colores.

Frente a esta casa se abre la calle de Echegaray que se trazó sobre el solar de otro convento, el de las Capuchinas.

La propuesta de su apertura data de 1876, pero no será hasta más tarde cuando se abra, ya que la corporación municipal instalada en el convento de San Agustín (situado enfrente de las Capuchinas) proyectaba expropiar el terreno para construir una gran plaza ante las nuevas casas consistoriales.
 

La calle de Echegaray, aun cuando ofrece las características de toda esta zona surgida uniformemente sobre los conventos desamortizados, destaca fundamentalmente por un conjunto de edificios algo más tardíos, algunos de los cuales utilizan elementos del diseño modernista.
 

La casa nº 1 que forma un vistoso chaflán curvo se ha atribuido a Fernando Guerrero Strachan.


La nº 3, es obra documentada de Rivera Vera, de 1914,


con hojarascas modernistas en los antepechos de obra de los balcones y complicado barandal corrido en el remate: el eje central se resalta mediante la embocadura de la portada.

Del mismo autor es el cine Echegaray  que se alza enfrente.




Construido en 1932 responde a un diseño ecléctico

que recurre a elementos neoplaterescos y neobarrocos, conservándose también la profusa decoración dorada del interior;



ha sido rehabilitado recientemente como teatro.


La casa nº 2, con una gran torre ventanal en el ángulo rematada por



cúpula de escamas imbricadas, es de Guerrero Strachan, de 1914.


 

Continuando por la calle de Méndez Núñez, la casa nº 2, sede del BBVA, es obra de Cuervo de 1871.



Responde a un diseño unificado que abarca la mitad de la manzana y aunque proyectado con gran lujo de decoración, se construyó con mayor sencillez si bien no le resta elegancia.



La nº 3 , que forma esquina con la calle de Denis Belgrano, es obra del maestro Salvador Rodríguez Gallego de 1870; está decorada con elementos algo más rudos que las anteriores aunque no por ello menos vistosos y atractivos.

Este maestro, junto con Diego Clavero, continuó la casa nº l de la calle Niño de Guevara, que había comenzado Juan Nepomuceno Ávila



La calle de Méndez Núñez, en este primer tramo, desemboca en la Plaza de Uncibay
, que no era más que un ensanchamiento triangular bastante degradado por las transformaciones dsus inmuebles y su situación de paso y aparcamiento.
 

No obstante, en 1989 se remodeló según un delicado proyecto de José F. Oyarzábal y Luis Bono que la transformó en un doble nivel con separación ondulante; presidida por un obelisco-farola de reminiscencias vienesas y con la introducción real del agua mediante fuentes y esculturas de bronce, realizadas por José Seguiri, que componen un conjunto de evocaciones mitológicas.

Bajo la farola se encuentra el Rapto de las Sabinas, frente a la Calle de Granados y junto a una pequeña fuente,

El Rapto de las sabinas es un episodio mitológico que describe el secuestro de mujeres de la tribu de los sabinos por los fundadores de Roma.
Según la leyenda, en la Roma de los primeros tiempos había muy pocas mujeres. Para solucionar esto, Rómulo, su fundador y primer rey, organizó unas pruebas deportivas en honor del dios Neptuno, a las que invitó a los pueblos vecinos. Acudieron varios de ellos, pero los de una población, la Sabinia, eran especialmente voluntariosos y fueron a Roma con sus mujeres e hijos y precedidos por su rey.
Comenzó el espectáculo de los juegos y, a una señal, cada romano raptó a una mujer, y luego echaron a los hombres.
Los romanos intentaron aplacar a las mujeres convenciéndolas de que sólo lo hicieron porque querían que fuesen sus esposas, y que ellas no podían menos que sentirse orgullosas de pasar a formar parte de un pueblo que había sido elegido por los dioses.
Las sabinas pusieron un requisito a la hora de contraer matrimonio: en el hogar, ellas sólo se ocuparían del telar, sin verse obligadas a realizar otros trabajos domésticos, y se erigirían como las que gobernaban en la casa.
Años más tarde, los sabinos, enfadados por el doble ultraje de traición y de rapto de sus mujeres, atacaron a los romanos, a los que fueron acorralando en el Capitolio. Para lograr penetrar en esta zona, contaron con la traición de una romana, Tarpeya, quien les franqueó la entrada a cambio de aquello que llevasen en los brazos, refiriéndose a los brazaletes. Viendo con desprecio la traición de la romana a su propio pueblo, aceptaron el trato, pero, en lugar de darle joyas, la mataron aplastándola con sus pesados escudos. La zona donde, según la leyenda, tuvo lugar tal asesinato, recibió el nombre de Roca Tarpeya, desde la que se arrojaba a los convictos de traición.
Cuando se iban a enfrentar en lo que parecía ser la batalla final, las sabinas se interpusieron entre ambos ejércitos combatientes para que dejasen de matarse porque, razonaron, si ganaban los romanos, perdían a sus padres y hermanos, y si ganaban los sabinos, perdían a sus maridos e hijos. Las sabinas lograron hacerlos entrar en razón y finalmente se celebró un banquete para festejar la reconciliación.
El rey de Sabinia Tito Tácio y Rómulo formaron una diarquía en Roma hasta la muerte de Tito.




Acteón era, en la mitología griega, un célebre cazador iniciado en este arte por el centauro Quirón, también maestro de Aquiles.
Según la leyenda, Artemisa (Diana), la diosa de castidad consagrada, estaba bañándose desnuda en los bosques cercanos a la ciudad Beocia de Orcómeno, cuando Acteón la encontró casualmente.
Se detuvo y se quedó mirándola, fascinado por su belleza enajenante. Al descubrirlo espiando, como castigo, Artemisa lo transformó en un ciervo por la profanación de ver su desnudez y sus virginales misterios, y envió a los propios sabuesos de Acteón, cincuenta, a que lo mataran. Éstos lo hicieron pedazos y devoraron sus carnes, para después buscar a su amo por el bosque, sollozando.
Entonces, encontraron al centauro Quirón quien, para consolarlos, construyó una estatua de su difunto dueño.

el grupo de Acteón con un perro, que comunica mediante un canalillo con la del





Baño de Diana, que cierra la calle de Granados, y es una bella solución para esta estrecha vía que desemboca en la calle de Beatas, uniéndose las dos fuentes en un claro diálogo.
 


Esta plaza en otro tiempo estuvo dominada por las grandes salas del cine Málaga Cinema y Goya 
 
Este último, construido  en 1935 por el arquitecto Sánchez Esteve, era una joya de la arquitectura racionalista.

Hoy sobre sus solares se alzan grandes edificios y galerías comerciales, sin interés arquitectónico.

No obstante, en la acera izquierda se conservan algunas casas de comienzos de siglo de diseño regionalista, como la no 4, atribuida a Guerrero Strachan.



En la fachada occidental de esta plaza, que es ya la calle de Calderería, destaca la casa nº 11,



de amplia fachada en la que mediante arcos de ladrillo apuntados,



composiciones de cerámica en las enjutas, ventanales geminados, frontones etc., se recuperan estilemas de los estilos históricos en un eclecticismo muy particular de los años veinte, y puede relacionarse con obras de Guerrero Strachan.

Su portada, abierta entre pilastras cajeadas de mármol, es obra del siglo XVIII y pertenece al Colegio de los Santos Arcángeles, que se alzaba en este solar con anterioridad.


En el extremo más agudo de la plaza, la casa nº 9 es una sólida obra de diseño neorracionalista, construida en 1937 por Enrique Atencia.

Si continuamos por las calles de Denis Belgrano y Niño de Guevara, zona de galerías de arte, donde se encuentran la de "Alfredo Viñas" y "Benedito", en el nº 1 de esta última hay una interesante vivienda de renta que realizó Jerónimo Cuervo, con una placa dedicada por la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo, recordando que allí tuvo su estudio y falleció el pintor José Denis Belgrano.

En el nº 8 una vivienda modernista, con sus monteras geometrizadas y las jugosas yeserías definen el estilo del arquitecto Rivera Vera, a quien podría atribuirse.




Volviendo a la calle de Granada destaca la casa nº 44, obra de estilo burgués decimonónico,


con elegante portada de orden jónico y doble altura, balcón corrido y cierros laterales.



Penetrando en la zona peatonal de la calle de Granada, en el nº 41 donde estuvo instalado el Hogar de Jesús Abandonado se encuentra hoy el Colegio Oficial de Economistas, que bajo el impulso de Antonio Suárez Chamorro cuando fue presidente del mismo, asumió la rehabilitación del edificio, que se inauguró en el 2000.

La casa es de 1842 y tiene una hermosa portada con pilastras de mármol guarnecida con estilizados mensulones y armoniosos balcones



y un alegre patio claustrado con columnas de mármol,



del que arranca una vistosa escalera imperial.


Enfrente se abre la calleja de San José que sólo conserva el nombre de la antigua capilla del gremio de carpinteros, sobre cuyo solar se construyó, en la década de los cincuenta, un destartalado inmueble excesivamente elevado para las dimensiones de esta pequeña calle.




Siguiendo esta acera encontramos algunas casas de finales del siglo XVIII con bella rejería de cuadradillo como la de la casa nº 48, que fue la del Corregidor Eslava, obra del siglo XVIII, remodelada en el XX, pero que conserva el patio y una bella escalera de doble acceso curvo, con pinturas decorativas en la bóveda que cubre su caja, siendo también interesante el acceso a la planta noble con frontalera de hermosas columnas; el edificio se encuentra actualmente en rehabilitación bajo la dirección de los arquitectos Rafael Roldán y Álvaro Gómez.

 


Las casas nº 50 y 54 son también obra del siglo XVIII,




conservando la primera su fachada pintada fingiendo materiales y elementos arquitectónicos, bajo la capa de cal.

La calle de Granada, que continuará hasta la plaza de la Merced, se amplía en una zona de la que arranca la calle de San Agustín a la derecha, y la de Beatas a la izquierda, por la que continuamos nuestro recorrido.

Esta calle, que discurría paralela a la muralla, ha mantenido su traza desde época islámica; era una calle de comunicación con el viario principal y conserva interesantes adarves. En los Libros de Repartimientos consta que en ella estaba situada una mezquita, localizada entre los números 13 y 15, hornos y en algún tramo se abría una pequeña plaza que estaba precedida por una importante casa del enriquecido moro Ibn Manzur. En época cristiana parte de la calle fue ocupada por el convento de la Encarnación, que había sido fundado en 1650 en otro lugar. Al separarse estas religiosas, que primero tuvieron la advocación de Jesús y María, de la fundación del Císter, se instalaron en la calle de Beatas en 1684.

El convento fue demolido en 1873 trazando en su solar la calle Marqués de Guadiaro que comunica con la de Álamos, y donde surgieron interesantes viviendas del siglo XIX.

La calle de Beatas es un lugar muy concurrido ya que está salpicado en los bajos de sus edificios por múltiples bares y  tabernas típicas de animada vida nocturna.

Si entramos en ella por la encrucijada que forman, la calle de Granada y San Agustín, nos encontramos con una arquitectura de tipo popular, edificada casi toda en el siglo XX, pero hay excepciones.
A mano derecha la casa nº 49, del siglo XVI, conserva una portada de ladrillo tipo estandarte, con amplio dintel adovelado apoyado en pilastrillas octogonales que ejercen de ménsulas.

En la esquina (nº 47) hay una casa de digna traza, de principios del XIX que mantiene el esquema doméstico de las del XVIII, con portada de intención monumental al estar recortada con dintel recto, y patio porticado con columnas y arcos de medio punto, que se encuentra actualmente en deplorable estado.

En este primer tramo de la calle se conserva un pequeño adarve, el callejón del Picador, testigo de la trama islámica, donde estuvo instalada la Peña Juan Breva (en la cual se cultiva con pureza y devoción el Cante), que ha sido trasladada a la cercana calle de Ramón Franquelo, donde también se proyecta un Museo del Flamenco.

Casi enfrente la casa nº 28, obra del siglo XVIII, conserva en su fachada de la calle del Pito, restos de pintura mural de diseño arquitectónico, y mantiene los pequeños chaflanes de la esquina realizados para facilitar los giros en las calles estrechas.



Siguiendo el recorrido, existen otros edificios dignos de mención, como es el nº 2l, obra de Cuervo, edificada sobre el solar del citado convento, que también tiene fachada ala calle Marqués de Guadiaro.

Se articula, sobre un bajo almohadillado, con una vistosa arquería en la fachada principal, noble portada y espléndida rejería de fundición. Al interior se accede por un zaguán rectangular, con techo decorado en estuco y un arco de medio punto que da paso al vestíbulo y a unas monumentales escaleras.

A comienzos de siglo este edificio fue sede de la Diputación Provincial, y hoy, como muchos de los locales de esta zona, es un bar de copas.

La vivienda nº 17, donde estuvo instalado el Taller de grabado 7/10 es obra del XIX con noble portada de sillares almohadillados, que resulta desproporcionada, y balconadas con rejas de fundición y cierro. La nº 15 es obra de comienzos del siglo XX manteniendo la rejería del siglo XVIII

La calle de Beatas queda interrumpida por la calle de Casapalma, que une este sector con la Plaza de Uncibay hacia el sur.

En aquella conviene que observemos la casa nº 9, con cierro-galería, obra de José Ortega Marín de principios del siglo XX
La nº 11 esquina a Beatas, con adornos de cerámica que introducen una nota de estilo regionalista, y está fechada en 1926.

En la acera derecha, las nº 2 y 4, que podrían atribuirse a Guerrero Strachan, forman una amplia fachada articulada verticalmente por cierros de madera entre los que se dispone un balconaje apoyado en elegantes ménsulas. El pretil de la terraza, con palmetas orientalizantes, ostenta la fecha de 1914.



La calle de Álamos limita la calle de Casapalma, que en su prolongación se llama Cárcer, y se continua por la de Zorrilla, donde en la fachada de la casa nº 4



una placa de cerámica   recuerda el lugar donde vivieron y produjeron su obra literaria los hermanos Narciso y Joaquín Díaz de Escovar.


En el ensanchamiento que forma esta calle, la acera derecha está ocupada por un edificio de interesante diseño moderno (Calle Ramos Marín nº 2), realizado por José Ortega y con posible intervención de Guerrero Strachan, en el primer tercio del siglo XX, fechándose el interior en 1928.

En su bloque cúbico, con cierros de obra en el curvado chaflán, se juega con la textura de los materiales, destacando sobre el fondo de tirolesa de cemento, las impostas de Ladrillo y cerámica, y la portada de sugestivo diseño con adornos también cerámicos, que recrean motivos neomudéjares.

Estos también destacan en los restantes huecos, montándose la balaustrada de obra sobre grandes mensulones de ladrillo que geometrizan mocárabes.



El frente de esta plaza, hoy dedicada al arquitecto Jerónimo Cuervo, está ocupado por el teatro Municipal Miguel de Cervantes, el único teatro, construido como tal, con que cuenta la ciudad actualmente, que fue realizado por Jerónimo Cuervo en 1870.

Ocupa el solar de la antigua huerta del convento de la Merced, desamortizado en 1810.

En 1861 se construyó en ella el teatro-circo de la Merced, obra de José Trigueros que pasó a denominarse del Príncipe Alfonso en 1862, con motivo de la visita de Isabel II con la familia real, y tras la revolución de 1868, de la Libertad
, pero fue devorado por las llamas en 1869.

Dada la falta de este tipo de locales públicos en la ciudad, que entonces sólo contaba con El Principal, en la plaza del Teatro, una sociedad creada por accionistas privados dispuso edificar el actual teatro que se dedicó a Miguel de Cervantes.
 

De planta rectangular se inscribe en él un cuerpo con forma de herradura que constituye el patio de butacas sobre el que se disponen cuatro pisos: uno de platea, dos de palcos y el paraíso, siguiendo el modelo europeo del siglo XVIII.
Consta de un amplio vestíbulo y escaleras que conducen a las dependencias de los pisos superiores, partiendo de la antesala tres accesos a diferente nivel, y a ambos lados se sitúan las escaleras de subida a los palcos. El escenario es de grandes dimensiones con comunicación con la calle posterior, de Los Frailes, y posibilidades de desarrollar grandes espectáculos.

Su decoración también corrió a cargo de Jerónimo Cuervo en lo que respecta a los elementos adosados en los antepechos de los palcos y el diseño general.

La sillería actual fue diseñada en el siglo XX por el arquitecto Fernando Guerrero Strachan y Rosado y se ha conservado en la reciente remodelación del edificio.


Pero lo más interesante de su decoración lo constituye la pintura del techo, obra de Bernardo Ferrándiz, a quien ayudó Muñoz Degrain, donde se hace un resumen alegórico de la ciudad al representar los signos de identificación de ésta en el siglo XIX, esto es, la Industria, el Comercio y el puerto.

El maestro los interpretó sagazmente mediante una composición que quedaba centrada por el templete con las Bellas Artes, que asume el papel de protectora del Comercio como Mercurio y la alegoría de la Agricultura al ofrecérsele los productos del campo típicos de la zona, y una serie de personajes que representan al pueblo, a su alrededor.

En primer plano actividades típicas malagueñas como es la sacada del copo, la carga y descarga de mercancías y objetos suntuarios, nos remiten al Puerto y a su función en la ciudad.

Esta zona se enlaza con la referencia a la Industria
situando a ambos lados la fábrica de azúcar y los altos hornos de la industria de los Heredia (a la derecha), y a la izquierda, su consecuencia, el progreso, mediante la representación de la estación de ferrocarril. El promotor del impulso industrial de Málaga está presente mediante la estatua que Vílchez hizo a Manuel Agustín Heredia y el liberalismo político de la ciudad en el monumento a Torrijos en la Plaza de la Merced; el fondo está dominado por el castillo de Gibralfaro.

En 2004 esta gran composición en lienzo se restaura por el equipo "Quibla Restaura".

Ferrandiz también hizo el telón de boca del escenario, otro acierto compositivo, donde entre Mefistófeles y Mascarilla se descubre la alegoría del teatro y la lírica.

Exteriormente la fachada es de gran sobriedad, gracias al dominio de los elementos clásicos. Se estructura en un cuerpo rectangular con cinco ejes, que no presenta más adorno en el bajo que los accesos, y hoy ostenta una atrevida marquesina bien integrada con el diseño general; una imposta de canecillos separa los pisos superiores, con ventanas decoradas con guardapolvos y estucos alternando con medias columnas corintias o pilastras que se duplican para marcar el eje central resaltado por el frontón que, envolviendo la estructura interna, emerge tras el pretil de la terraza.

El edificio, fue adquirido por el Ayuntamiento y rehabilitado por el arquitecto José Seguí quien ha realizado, también, una arquitectura integrada en el lateral que da a la calle de Ramos Marín construyendo un nuevo cuerpo de estilo muy funcional, donde se sitúa la zona de administración y camerinos, y una sala de exposiciones municipal, la Sala Moreno Villa, urbanizando las estrechas plazas lateral y frontal y realzando el edificio al aislarlo y separarlo de la calzada por una pequeña elevación.

Sin demasiado interés la calle de Gómez Pallete, aunque cuenta con algunas casas de estilo regionalista, es mejor continuar el itinerario hacia el sur, para volver a la calle de Zorrilla y torcer hacia la izquierda hasta introducirnos en la calle de Madre de Dios, rehecha prácticamente en el siglo XIX.

En esta mejora se resaltó lo regular de su alineación y su amplitud, ostentando el nombre de calle Ancha de Madre de Dios; aunque hoy no es destacable este aspecto, sí llama la atención su unidad estética y la uniformidad de las alturas.


En el nº 29 una casa de principios del siglo XX, rehabilitada en 2001, alberga el restaurante-museo La Casa del Ángel.



Los edificios más interesantes están cerca de la Plaza de la Merced, en solares que fueron propiedad de Antonio Campos, siendo de la responsabilidad de Cuervo los inmueble n'º 1 (1.882), nº 6, 7, 20 y 22, donde lo predominante es la sencillez, el equilibrio de los vanos y ciertos resaltes en las portadas.


El nº 20, concretamente de 1883, tiene una portada enmarcada en pilastras y la fachada se dispone simétricamente con decoración diferente en cada piso.



El nº 15 es del maestro de obras Antonio Ruiz, con vistoso cierro corrido, y se fecha en 1903.


La casa nº l0, sobre edificación del siglo XVIII,  se reformó en 1823 y sobresale en ella un óculo cuadrifoliado encima del dintel;



La nº 34 es obra de Diego Clavero de 1871.
Terminamos aquí nuestro denso recorrido.